Texto Inconcluso [I]. Diálogo: ¿Sabes?

sábado, mayo 10

- ¿Sabes? Puedes dejar de verla, pero nunca podrás olvidarla.

- Lo sé, pero lo superaré con el tiempo.

- No, no lo harás. Escucharás su risa en la risa de otras mujeres, sentirás sus brazos, saborearás sus cuerpos, olerás sus cuellos, pero al final del día te dirás “me recuerda tanto a Alejandra…”.

- Alejandra…

- ¿Cuántos años desde que no pronuncias así su nombre?

- Nunca. Desde siempre la llamo Jana.

- ¿Puedes hablar con otra Alejandra sin pensar en ella cuando dices su nombre?

- A veces… pero usualmente no.

- ¿Cuándo fue la última vez que la viste?

- Hace 5 años.

- ¿Cuándo fue la última vez que la viste?

- Ayer, y anteayer. Hoy por suerte no, pero es que ella me la recuerda…

- Lo sé, es lo que pasa cuando te enamoras. Amas a una y amas a todas. Sus risas, sus cabellos, sus nombres, sus voces, sus cuerpos, sus manos, sus senos… Nunca podrás irte lo demasiado lejos como para dejar de verla. Te acompañará por siempre. Te atrapó, y fuiste un tonto en pensar que otra sería capaz de ocupar su espacio en tu vida; ahora tienes otra que te acompañará por siempre.

- ¿Y de qué me sirve sentir esto?

- De lo mismo que te sirve tu el pelo, las manos, la memoria y el recto. Es parte de ti, de lo que eres, de lo que siempre serás. Son arquetipos, ¿sabes? Nada más y nada menos que arquetipos. Ya te enamoraste, ya la cagaste, ya la remplazaste, ya la sacaste de tu vida. Pero no puedes olvidarla, porque ella se ha convertido en ti. No puede haber un Javier sin una Alejandra.

- ¿Y puede haber una Alejandra sin Javier?

- Ególatra y patético… Para ti, no. Tu Alejandra no existe sin Javier, en el momento que mueras, ella desaparece. Pero tan sólo es tú Alejandra, aún hay muchas, miles, millones, porque hasta existe una en mi, que nunca la he visto, y que no quiero verla, y que es por lo que sé de ti, que es todo.

- ¿Y la real Alejandra?

- ¿Cuál es esa?

- La Alejandra de Alejandra.

- La Alejandra de Alejandra existe, pero yo no sé nada de ella.

- ¿Lo sabes todo de mí, pero no sabes nada de ella?

- Sí.

- ¿Por qué?

- ¿Te sirve saber eso para olvidarla?

- No…

- ¿Quieres olvidarla?

- No…

- ¿Qué quieres?

- Ya lo sabes, sabes todo de mí…

- Pero tú no lo sabes…

- No…

- Esfuérzate y dime, ¿Qué quieres?

- No puedo… ¿Qué es lo que quiero? La quiero, pero también quiero a las que me recuerdan a ella, y a las que la reemplazan. Las quiero a todas, aquí, ahora, sin tardanza. Quie

ro amarlas, quiero odiarlas, quiero ignorarlas, quiero conquistarlas, quiero enfurecerlas, quiero que me quieran.

- Todo tendrías, si realmente lo quisieras. Todo, salvo lo último. Podrías amarlas, pero nunca podrías hacer que te quieran. Ellas no existen solo para ti, son mías, son de Pancho, son de Víctor, son de ellas mismas.

- No te creo.

- No me creas, soy tu espíritu, ya me has consultado mil veces, soy tu corazón, soy tu cerebro. Soy tus lágrimas, soy el reflejo de ti mismo. Cuando me preguntas qué micro tomar, te respondo. Cuando te preguntas por qué te sientes así frente a Marcela, te respondo. Tú verás qué haces, no es mi trabajo eso, ni tampoco mi problema…

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1 Comentarios:

Blogger Clau dijo...
Entonces da lo mismo que sea alejandra. puede ser cualquiera, puede ser un estereotipo de mujer, da lo mismo, mientras tenga las cosas que buscas genéricamente en una mujer. igual es triste, porque entonces da lo mismo enamorarse de alejandra o andrea o rihanna, si al final amarás lo que sientes cuando estás enamorado. Lo cual no está mal, mientras lo admitas. Intentar poetizarlo como en este texto inconcluso me parecen puros manotazos tristes.

Sin intención de ofender.
9:19 p. m.  

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